domingo, 8 de febrero de 2009

Jardín Onírico

Jardín Onírico
Maribel Portela nacida en México en 1960, realizó estudios de arte en la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la UNAM, ha expuesto en Estados Unidos, Alemania, varios países de Sudamérica y en múltiples estados de la república.

En la exposición del Palacio del Arzobispado presenta la exposición de Jardín Onírico que a diferencia de sus obras anteriores no representa diosas o las manos que representan diversas facetas de un elemento dándole un símbolo específico por medio de esgrafiado, esmaltes, engobes, etc.

Al parecer esta muestra tiene como punto de partida el libro Los jardines secretos de Mogador, del escritor Alberto Ruy Sánchez, donde los colores son muy discretos, principalmente blancos, ocres, esmaltes trasparentes pero mates y prácticamente no son parte fundamental de la obra sino solo apoyo para sutiles matices o énfasis de ciertos elementos que quiere destacar.

Las formas remiten sin lugar a dudas a elementos vegetales, cactus, tallos y flores gigantes cuyas formas se retuercen en el trayecto del suelo hasta el remate en la parte superior. Cada una de sus piezas que en total son 120 de entre 40cm a 2 metros de altura, tienen una personalidad propia y pueden funcionar individualmente, no obstante la museografía es muy acertada al reunirlas por conjunto de piezas que forman un conjunto que nos lleva a pensar que realmente estamos inmersos en un jardín de abundantes elementos vegetales de alguna especie extraña porque son blancos, es efectivamente como un bosque de sueños donde el claroscuro de la luz cenital nos descompone las formas reafirmando el movimiento y los elementos que la conforman hasta los remates que usualmente se encuentran en la parte superior y que se abren para recibir el espacio o están cerradas herméticamente haciéndonos pensar en el contenido de vida en su interior, otras más desvían su trayectoria hasta enfrentar directamente al espectador, envolviéndolo y a la vez invitándolo a penetrar en el interior de sus formas.
En la última parte de la exposición se muestran unas obras que combinan madera y cerámica haciendo un fuerte contraste entre las calidades de los materiales y los colores debido a que a la madera se le aplico una tinta o se oscureció por algún medio, y por otro lado la cerámica que mantiene en blanco, algunas de estas piezas son mas referenciales a cactáceas de las cuales seguramente retomó las formas pero el efecto del contraste se puede decir que le pone un toque de color similar al estallido cromático que desprende una flor que surge de un verde apagado y uniforme volviéndose como una luz que surgió de la sombra.

Una última reflexión al recorrer las salas es la fuerte influencia arquitectónica que podría tener por ser elementos basados en cilindros y que nos remiten a columnas, además de los elementos rítmicos que sobre todo en los capiteles se permite abarrocarse y detallar con una riqueza de la que frecuentemente carece el fuste y en este caso no sostienen mas que el peso del espacio pero que a la manera de Gaudí con sus remates de chimeneas o cúpulas nos remiten a lo orgánico.

Horacio Castrejón Galván